+34 639 41 93 17 mar@arte-de-cuidarte.com
Energía de los alimentos

 

Este artículo es la segunda parte del tema <<La energía de los alimentos>>. Recomiendo empezar la lectura por el primero: Alimentación energética. La energía de los alimentos (1ª parte).

Partiendo de la base de que los alimentos, más allá de sus nutrientes, tienen una energía u otra, presento un sucinto resumen de estas diferencias en función de la naturaleza de los alimentos o grupos de alimentos. No se trata de establecer una lista taxonómica (esto no es la tabla periódica de los elementos químicos que hay que aprenderse de memoria), sino más bien entrar en la comprensión que desde la práctica en cocina se completa e integra en cada cuerpo y biología humana.

Al vivir en una sociedad extremadamente tecnológica y cientifista, donde la desconexión con la naturaleza se hace evidente, el sentido común nos falla. Pero aún así, sabemos que cuando hemos tenido una jornada de trabajo dura, necesitamos descansar; sabemos que cuando la comida es muy especiada, vamos a beber más líquido; sabemos que cuando llevamos días rodeados de muchas personas, necesitamos nuestro espacio personal; sabemos que cuando nos quedamos fríos, necesitamos calentarnos. Estos son algunos ejemplos básicos de cómo funciona el Yin y el Yang.

Y para que hablar de Yin Yang no se convierta en mera anécdota de resabio milenario y relegado a un puñado de sabios (hombres), os diré que es lo más vigente y aplicable que conozco, y que no tiene nada que ver con estar o no de moda. Las modas se deciden fuera de nosotros. Aquí, de lo que hablamos es de Salud y de Alimentación Saludable. Y la Salud más allá de pertenecernos, es responsabilidad de cada persona. Hasta que no comprendemos esto (y lo integramos en el cuerpo), es difícil cambiar los hábitos de vida poco saludables.

Empezaba este artículo recordando que todos los alimentos tienen una energía, más o menos parecida o diferente entre sí. Por eso los alimentos son fuente de vida, el combustible con el que nos alimentamos y vitalizamos. Como no todas las personas somos iguales (tenemos condiciones y constituciones únicas y particulares), es muy útil conocer los alimentos que se ajustan a nuestras características, y que nos ayudan a potenciarlas para vivir en armonía con nuestra verdadera naturaleza. Por eso, y por poner un ejemplo, no tiene sentido generalizar la ingesta de naranjas para todos porque son muy sanas y tienen mucha vitamina C.

 

“Adaptar la alimentación a nuestra naturaleza es fundamental para potenciar nuestras cualidades”

 

Antes de continuar, me gustaría aclarar una de las confusiones más comunes cuando alguien se plantea tener más energía en su salud o iniciarse en una alimentación equilibrada o consciente. Se cree que hay alimentos buenos y alimentos malos. No es así. Existen alimentos que nos benefician (porque nos vitalizan) y alimentos que nos perjudican (porque nos desvitalizan).

 

“No hay alimentos buenos y alimentos malos.
Hay hábitos buenos y hábitos malos”

 

Lo que ocurre es que con el nombre de comida consumimos productos que no son alimentos. Esto está tan generalizado y normalizado que cuesta darse cuenta del impacto devastador que tiene para nuestra salud. Se llama industria alimentaria y, aunque no todo lo que se vende en un supermercado o “superficie industrial” nos lleva a la muerte directamente, nos acerca al debilitamiento del cuerpo y a sus enfermedades. Así que, comer de lunes a domingo productos de súper, no es buena idea.

 

“La industria alimentaria no alimenta y da hambre”

 

Los alimentos que sí son alimento son los naturales, frescos, integrales, ecológicos, de proximidad y de la estación en curso. Un producto ultraprocesado, resultado de una manipulación en un laboratorio alimentario no es bueno para la salud. Y un producto envasado tienen nula o poca energía. Y de lo que se trata es de comer energía a través de los alimentos en la cantidad y frecuencia que cada persona precise para su crecimiento y desarrollo, también emocional (alimentación emocional).

Vamos a las cualidades energéticas de lo Yin Yang y su impacto en el cuerpo físico, emocional y mental.

Lo Yin se caracteriza por ser energía enfriadora y expansiva, que explica que las plantas crezcan hacia la luz. Es una energía ascendente, y es la energía de la tierra (en dirección al cielo). El mundo vegetal vive y crece más en relación al plano vertical, aunque las raíces puedan expandirse también en amplitud. La fuerza dominante yin es la centrífuga.

Lo Yang se caracteriza por ser energía calentadora y contractiva. Es una energía descendente, y es la energía del cielo (en dirección a la tierra). Los animales no crecen hacia la luz, si bien se alimentan de plantas o de otros animales que a su vez se han alimentado de plantas. El mundo animal vive y crece más en relación al plano horizontal, esto es yang. La fuerza dominante yang es la centrípeta.

En líneas generales, se puede concluir que lo vegetal es yin y lo animal es yang. Es decir, la fruta y las verduras son de cualidad energética yin, y la carne es de cualidad energética yang. Pero esta clasificación deja todavía fuera muchos alimentos y cuestiones por explicar. Y es que desde la perspectiva energética de los alimentos, hay alimentos enfriadores-expansivos, alimentos calentadores-contractivos, como acabo de decir, pero también existen alimentos equilibradores-intermedios o de centro. Y estos últimos nos interesan especialmente por sus grandes beneficios a la hora de autorregularnos, armonizarnos y asegurar nuestra fortaleza y flexibilidad de manera sostenida en el tiempo.

Los alimentos de centro son los cereales integrales en grano, las legumbres, las semillas, los frutos secos, las algas, y las verduras (cocinadas).

Pero, y esto es muy importante, si la fruta es yin (energía enfriadora y expansiva), hay frutas más yin o menos yin. Si la carne es yang (energía calentadora y contractiva), hay carnes más yang o menos yang. Si los cereales son de centro (energía más tibia y estable), hay cereales más yin o más yang. Y así con todos los alimentos o grupos de alimentos. Por consiguiente, Yin y Yang son siempre en relación y en un constante movimiento pendular.

Veamos algunos ejemplos.
Si de frutas hablamos, la manzana y la pera son más de centro que la papaya o la piña. O bien, la manzana y la pera son mucho menos yin que la papaya o la piña, cuya energía es muy expansiva para compensar el calor del lugar donde se cultivan y crecen, y para poder refrescar a sus habitantes. El sentido común nos dice que, en verano tiene más sentido comer fruta, incluso frutas tropicales, que en invierno. También que, en zonas con clima templado (sin una meteorología extrema) como es Barcelona, por ejemplo, nos conviene comer fruta en cantidad más bien moderada, y de energía más bien templada y en correspondencia con las cuatros estaciones del año.

Llevado a la cocina, podemos transformar la energía de una manzana cruda cocinándola en compota u horneándola. De energía yin pasará a energía más yang. No llegará a tener la energía yang de la carne, pues no es su naturaleza, pero sí es posible mover la energía y transformarla para dar respuesta a las necesidades de la salud de una persona, o para balancear un plato con armonía. En realidad, siempre estamos buscando un equilibrio dinámico.

 

“La energía ni se crea ni se destruye, se transforma”

 

Llevado a la salud emocional y mental, si una persona está tensa y quiere relajarse (tiene una energía contractiva o yang), mejor que comer azúcar en forma de pastel o bollería o helado (energía de extremo yin), será comerse una manzana cruda bien jugosa, o preparar una compota de manzana para estabilizar su energía, añadiéndole unas pasas y canela para complacer también la necesidad del sabor dulce. Y si la persona está muy dispersa y su estructura es, además, muy yin (alta y delgada), entonces le vendrá muy bien hornear la manzana, e incluso servirla con unas gotas de salsa de soja ecológica o tamari (alimento salado) para calentar, concentrar y restablecer la dispersión que puede leerse como un exceso de enfriamiento a nivel interno con su consiguiente debilitamiento del centro digestivo y otros órganos.

Hemos mencionado la palabra clave, “extremo”. Yin Yang tienen sus extremos: extremo Yin y extremo Yang. Cuanto más nos acercamos a los polos opuestos, más se radicaliza nuestra energía, alejándose del centro equilibrador, restaurador, autorregulador, homeostático y armónico.

 

“Alimentarnos desde los extremos supone pagar un peaje altísimo, en detrimento de nuestro rendimiento energético y desgaste vital”

 

Gran parte de los antojos que sentimos se explican por el desequilibrio que causa estar muy cerca o en los extremos, sea yin o sea yang. Sucede que empezamos a identificarnos con ellos y a tener gustos afines a dicha polaridad. Por el contrario, si nos mantenemos en un rango de centro (que es muy amplio y lleno de matices), nuestro cuerpo es capaz de enviar señales más claras respecto a lo que realmente necesita comer o beber en un momento u otro.

Pero conviene tener en cuenta que si los extremos energéticos existen es por algo. Todo tiene una función según el principio universal de los opuestos complementarios.

 

“Sin los extremos, no podría existir el centro, ni el movimiento eterno que esta polaridad genera para garantizar la existencia y el funcionamiento de todas las cosas”

 

Pensemos en la imagen de un péndulo y su movimiento continuo pasando sin cesar por el centro, pero tocando los extremos. ¿Dónde está el secreto? En la duración: el movimiento pendular llega y toca un extremo, cual apnea en suspensión, y retoma el balanceo para pasar por el centro, cual inhalación y exhalación más extensas.

Llevado a nuestra manera de alimentarnos, comer siempre alimentos de extremo es invertir la naturaleza del movimiento pendular en su ritmo y duración. Esto altera el equilibrio natural y nos afecta física, mental y emocionalmente.

 

“Alimentarnos desde los extremos es antinatural”

 

La carne, que es de extremo yang, ilustra con claridad la compensación de los extremos. Es preferible comer pescado a comer carne roja (energéticamente hablando, y sin entrar en las opciones morales personales o de sostenibilidad del planeta). El pescado, aún siendo proteína animal y, por tanto yang, es de menos extremo yang o es más yin que la carne roja. En términos energéticos, esto significa que al pescado le corresponde una energía más estable, intermedia o más cercana al centro. Es muy probable que si comemos un pescado fresco y no contaminado, en una cantidad moderada, el cuerpo se sienta muy satisfecho y no precise compensarse con su extremo yin que bien podría ser el alcohol, el azúcar o el café, por citar algunos ejemplos recurrentes en el comportamiento de compensación alimentaria desde los extremos.

El alcohol, que es ying, ilustra con claridad el otro polo compensador de los extremos. A una copa le va muy bien una tapa salada o unos frutos secos bien rebozados en sal, seguida de otra copa. La sal es un alimento de extremo yang que con una correcta comprensión de su uso y procedencia, nos permite transformar la energía de un alimento durante su preparación en la cocina. Esto merecería un capítulo aparte, pero para no extenderme aquí, cabe tener en cuenta que la sal marina no refinada usada durante la cocción, no solo saboriza el plato, sino que permite que las verduras, cereales y legumbres, de energía yin-centro adquieran una energía un poquito más yang en momentos de frío, de debilidad digestiva, acidificación, o desequilibrio de nuestra salud por extremo yin. Esto significa aprender a equilibrar las cualidades energéticas o balancear, que no compensar. Y se aprende con la práctica y la observación de los alimentos en su estado natural.

No buscamos andar compensando todo el tiempo, comiendo alimentos de energía extrema, lo que queremos es balancear el plato y para eso tenemos dos posibilidades:

1. Usar alimentos de energía de centro o alimentos que se alejan de los extremos.
2. Aprender a transformar la energía de los alimentos durante su preparación en la cocina. Las herramientas para ello son: el fuego, el tiempo, la presión, y la sal. No es lo mismo dejar unas verduras crudas o cocinarlas en escabeche, salteadas, escaldadas, al vapor, hervidas, en olla a presión, al horno, fritas, o a la brasa.

Todo esto acompañado de una buena masticación (también ensalivación y respiración) favorece la asimilación de los alimentos y su energía.

Pero además, todo esto siempre al servicio de la naturaleza de la persona y sus circunstancias presentes. Y es que en alimentación energética o en macrobiótica no existe una dieta general, sino tantas como personas existen. De no ser así, podemos tener una alimentación saludable, pero no será suficiente pues no se corresponderá con las necesidades particulares de cada individuo. Los acompañamientos que realizo desde el Arte de cuidArte, sitúan el foco en el centro de esta comprensión, para poder dar respuesta a la especificidad de la persona y contribuir a su autorregulación y mejora de la Salud en la relación Yin Yang.

 

“Acompaño a la persona a sentir su propio movimiento de equilibrio dinámico”

 

Si deseas mejorar tu salud, conociendo la naturaleza de otros alimentos que aquí no se mencionan, así como la manera de transformar su energía desde la cocina, te acompaño con sesiones prácticas y teóricas:

ACOMPAÑAMIENTOS Y OTROS SERVICIOS

Será una alegría compartir el camino de la Salud acompañándote, de manera respetuosa y al ritmo de tus necesidades y prioridades.

 

Newsletter (mensual) del Arte de cuidArte

Viaja con la Newsletter AA. Destino: TU CUIDADO, TU SALUD.

Gracias! Acabas de suscribirte con éxito a la Newsletter AA