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Siempre he sentido curiosidad por encontrar a alguien para quien la comida sea un tema neutro. A día de hoy no he encontrado a nadie. Me pregunto por qué. Este artículo gira en torno a esta pregunta.

Incluso para quienes pasan bastante de la alimentación y me han dicho o he oído afirmaciones del tipo: “yo no pienso en la comida” o “para mí la comida es un aspecto secundario” o “puedo pasarme horas sin comer” o “yo como por pura subsistencia”, profundizando un poco más en el tema, comprobé cómo ninguno de estos sujetos estaba exento de algún vínculo o aferramiento con uno u otro alimento, o bien con algún recuerdo o evocación relacionado con lo que se echaba a la boca.

Y es que la alimentación va mucho más allá de lo tangible. La alimentación es un tema complejo, nada más lejos de la neutralidad. Si no, ¿por qué se habla, se piensa, se come tanto o tan poco, se fantasea con ella, o sencillamente celebramos siempre en torno a una mesa?

No es un tema baladí. De eso estoy segura. Hasta en los funerales se come y se bebe. Y cuando un ser humano viene al mundo, ¡lo primero que hace es comer! Sí, también come su primera bocanada de aire, y luego su instinto le pedirá la leche materna.

Date unos minutos para conectar con tu primera inhalación, más allá de si puedes o no recordar dicho momento.

¿Necesitamos alimentarnos o deseamos alimentos?
Yo diría que necesitamos alimentarnos y deseamos alimentos

Si no comemos morimos. Esto está claro. Pero además, comer produce placer. Podemos no sentir placer en nuestra vida y seguir vivos. ¿Pero qué tipo de vida es esa, y cuánto tiempo de vida nos alarga (y alegra)?

Empieza a ser un lugar común la frase “deseamos lo que necesitamos”. Creo que es importante contextualizarla bien para no llegar a conclusiones superficiales. Me explico, la NECESIDAD mueve, y el DESEO y el PLACER, también. Antes de continuar aclararé que por necesidades me refiero a las básicas y no tan básicas; y que el deseo y el placer, sin ser la misma cosa, se interrelacionan. Cuando deseamos algo y lo alcanzamos, la respuesta es placentera, gratificante, algo agradable nos llega.

En la apatía hay displacer. Y si vamos un poco más hondo, diría que bajo la apatía hay falta de ENERGÍA.

Cuando sentimos falta de energía es porque estamos desconectados de nuestras necesidades

Pongo un ejemplo que en el Arte de cuidArte veo todos los días. Cuando comemos lo que sea, a la hora que sea, la cantidad que sea, con quien sea, y de cualquier manera, a la larga (y a la corta) aparece la desvitalización, el displacer, el disgusto, el cansancio, la falta de energía, la inmovilización de nuestro cuerpo físico-mental-emocional. Esto es así porque nos hemos alejado de la NECESIDAD DE AUTOCUIDO que es una fuente primordial de nutrición y bienestar. ¿Salud? Sí, claro, SALUD en un sentido que va más allá de lo clínico o de la enfermedad. Conozco a personas enfermas con salud. ¿Te choca esto que digo?

Date, de nuevo, unos minutos, para recordar algún momento de enfermedad, y si la escucha de las señales del malestar te trajo más salud.

Eso sí, si no priorizaste la tarea de atar cabos entre las señales y la enfermedad, esta lo que hace es traer mayor sufrimiento y desdicha. La clave: parArte a sentir y empezar a cuidArte.

Cuidarnos es atender la necesidad del cambio

Esto es revolucionario porque trae movimiento. El ser humano es una réplica en microcosmos del macrocosmos que es la NATURALEZA. Separarnos de ella es la primera causa de enfermedad. Nuestra sociedad está muy enferma porque ha perdido el vínculo con ella. A mí me gusta decir que hemos perdido el sentido común.

Al perder el sentido común, enfermamos que es la manera suave de decir que enloquecemos. Pero no es esa locura sana que tantas veces anhelamos y que tiene que ver con la libertad y la alegría de estar vivos.

Cuando nos alejamos del sentido común, nos alejamos de nuestras necesidades. Se produce un cortocircuito neuronal con la consecuente disrupción sináptica. Desde el punto de vista fisiológico, la sangre se corrompe y deja de ser funcional y dar buena vida a las células del organismo.

A nivel de pensamiento y emociones, se inhiben las respuestas de acción-reacción, algo no funciona bien en el circuito. Toca repararlo. Toca identificar qué necesita ser reparado para volver a darle vida. La VIDA siempre, siempre tiende al EQUILIBRIO y buscará vías para su restauración (homeostasis). Pero puede suceder, cuando lo hemos desatendido por largo tiempo, que la maquinaria no recuerde el camino de la autorreparación. Entonces, toca intervenir y ponerse manos a la obra.

Lo cuento con palabras sencillas. Para algunos, tal vez, resultaría más eficaz ponerle palabras médicas. Yo no pretendo alarmar por alarmar, más bien hacer un llamado a la necesidad de atender a nuestras necesidades para estar en esta vida en gozo y armonía que, a fin de cuentas, de eso se trata.

Cuando decidimos ponernos manos a la obra, no encontramos precisamente un camino de rosas. Y es que, como escribió Rosa Luxemburgo:

“Quien no se mueve no siente las cadenas”

No es fácil ocuparnos de nuestras necesidades cuando no hemos sido educados en ellas, o sencillamente, cuando no hemos tenido referentes claros y agradables de lo que significa la profunda alegría de cuidarnos. Al principio, habrá incluso más malestar. Pero será la señal de que algo empieza a transformarse, a moverse.

Siempre contesto a mis alumnas y alumnos del Arte de cuidArte, cuando me plantean su demanda en la primera sesión: “-Nada que no pueda repararse, un poquito, al menos”. Tal vez, para algunos, persistan las señales de malestar o de una enfermedad que no pueden erradicar del todo. Pero lo que sí es seguro es que podrán tocar ese lugar de placer que es posible solo si antes salimos al encuentro de nuestras necesidades.

Una necesidad no cubierta es la expresión trágica de la insatisfacción

Si el deseo bebe de las necesidades cubiertas, y estas son el motor del deseo, entonces las hambres de antojos, apegos, adicciones nos informan de que existe una necesidad o necesidades no satisfechas (o negadas en nuestras primeras expresiones y experiencias de demanda durante la infancia).

En el plano de la alimentación, sucede que lo que comemos no nos nutre. Los motivos pueden ser diversos y tantos como personas comen. Pero existen algunas causas que no suelen fallar:

  1. Cuando lo que comemos es un PRODUCTO PROCESADO de la industria alimentaria.
  2. Cuando lo que comemos está DESEQUILIBRADO porque se basa en la compensación de alimentos de energía de extremos o de nutrientes muy pobres o incompletos.
  3. Cuando lo que comemos no se corresponde con la SINGULARIDAD de la persona: su constitución y condición.
  4. Cuando lo que comemos va acompañado de hábitos de MOVIMIENTO y PENSAMIENTO tales como el sedentarismo o la rigidez mental.

Entonces las necesidades alimentarias quedan desatendidas, pues el modelo alimenticio es ANTINATURAL. Esto es básico y afecta directamente a nuestro comportamiento emocional y psíquico. Vivir alejados de la naturaleza está en la raíz de la depresión, la pérdida del sentido de vida y el estrés contemporáneos.

Cuidarse es un acto de autorresponsabilidad y atención de las necesidades propias para “cubrir nuestros deseos”; pero además, para “cumplir nuestros deseos” (el anhelo profundo del SER en la EXISTENCIA). Como adultos maduros nos corresponde ocuparnos de ello. Si no sabemos, podemos aprenderlo. Y también podemos dejarnos ACOMPAÑAR en el proceso de aprendizaje.

No se trata de movernos y no sentir nuestras cadenas, se trata de romper nuestras cadenas al movernos.

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