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La
Nutrición pausal es un término acuñado por mí en el marco teórico y metodológico del Arte de cuidArte. Con ello me quiero referir a la capacidad que tenemos los seres humanos para detenernos y poder sentirnos. Sin esta capacidad, no es posible cuidarnos con equilibrio y salud y, por tanto, no podemos cubrir satisfactoriamente una necesidad básica: la nutrición física y afectiva.

Necesitamos pausar para poder sentir el cuerpo y comprender su lenguaje. Esta capacidad no es solo cognitiva, incluye la dimensión energética del organismo. Energía y sentir, un binomio que suele relegarse a unos pocos virtuosos. Nada más alejado de la realidad. Urge volver a creérselo, atraerlo hacia cada uno de nosotrxs y habitarlo.

Escribía en el último artículo del blog que somos la energía de lo que ensalivamos y masticamos. Para ensalivar y masticar necesitamos parar. No se trata de disponer de mucho tiempo, pero sí de priorizar una calidad de tiempo presente y pausado.

Para que se abra el espacio del sentir (el espacio de las sensaciones y las percepciones), necesitamos mecer, acunar el tiempo. Para ello, es básico entrenarnos en las pausas y su quietud para restablecer un ritmo más coherente con nuestra naturaleza y biología humana. Volver a un tiempo no apresurado. En las prisas y el hacer con prisas no hay espacio para sentir, e impide (en el mejor de los casos dificulta) el cuido.

Incorporar e integrar las pausas en nuestro cotidiano es como hacer ejercicios para flexibilizar nuestra musculatura psíquicaemocional. Nos pone a disposición del arrobamiento de los sentidos y nos permitimos sentirnos envueltos por la seguridad y la confianza de un tiempo que sí puede sostenernos en sus brazos.

Con las pausas podemos recuperar y restablecer una dimensión del tiempo más acorde con nuestro crecimiento evolutivo y desarrollo de la conciencia. Dicho poéticamente, dejamos que el alma nos alcance. O bien, salimos al encuentro de esta y de su abrazo, tan y tan anhelado por todos porque significa ver y ser vistos (algunos lo llaman la experiencia de la unión o fusión total).

Por tanto, cuando tenemos una experiencia de pausa, a un nivel muy profundo lo que estamos viviendo es el recuerdo del momento de unión con la madre en el espacio uterino (fuente nutricia y nutricional). Esto es, traemos al presente el recuerdo de un tiempo interno primigenio (el de las aguas uterinas).

Si se pudieron dar las circunstancias favorables en este período vital, y hubo experiencia de sostén, protección, seguridad, balanceo y relajación para el bebé, entonces en la etapa adulta existe un registro disponible para la construcción del autocuido y gestión de las necesidades propias y en relación con el entorno.

Parar es, ni más ni menos que re-crear un espacio de nutrición. Si no recibimos experiencias suficientemente satisfactorias y sanas de nutrición, no disponemos de referentes sanos, al tiempo que a nivel inconsciente evitamos recordar (traer el sentir al momento presente) para no recrear una experiencia de dolor o de vacío. El resultado es el desarrollo de estrategias evitativas del sentir, las disociaciones, los mecanismos de defensa, la insensibilización, la mentalización del cuerpo, o las adicciones, entre otros.

Entonces necesitamos calmar o apaciguar el dolor que no ha podido ser visto ni contenido y volvemos a la boca, a la teta, al vínculo uterino. Comemos mal, comemos de más o de menos, tragamos, comemos sin sentir o para sentir más, comemos para quitar las penas, comemos para des-madrarnos, comemos buscando compañía en la comida… comemos sin nutrirnos y nos descuidamos.

¿ P o d e m o s  h a c e r   a l g o ?

Sí. Podemos trabajar en la recuperación o creación de memorias del cuido a través de los hábitos de salud, y con un acompañamiento porque precisamente la relación nutricia es lo que se fragilizó. No se trata de reemplazar a la madre ni al padre, o a las figuras cuidadoras de la infancia. Se trata de que la persona pueda aprender a ocuparse de sí misma y de su vida desde el disfrute del cuidarse en un espacio de confianza, respeto y amabilidad. A partir de aquí podemos recuperar la memoria de lo que somos porque se abre el espacio interno, y entonces el sentir del cuerpo y la memoria corporal.

De lo que estoy hablando es también de sensibilizar el cuerpo. Si no podemos pausar la aceleración, es difícil escucharnos y saber qué necesitamos. No confundir aceleración con el movimiento rápido, que es una posibilidad de movimiento sana, necesaria y complementaria a la lentitud. La aceleración desnutre. La nutrición es pausal porque se alimenta de pausas y espacios de silencio. La alimentación como fuente de nutrición es un acto de digestibilidad y absorción de las experiencias que vamos teniendo durante la vida.

Lo nombraba también en el artículo citado arriba, vivimos rodeados de aceleración, además de estrés, desnaturalización, imbuidos en pensamientos rumiantes, donde la soledad y el miedo necesitan ser atendidos, acompañados y nutridos.

Pausar es, en los tiempos que corren, una acción fuerte y retadora para con unx mismx. No es una conducta ni es un comportamiento, es un acto creativo, dador de vida y libertad. Yo me lo imagino como un gran abrazo que se dan los tiempos cuando… cambian correr por salir a pasear.


Imagen: Killy Sparre

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